«Don’t feed the troll»

4 01 2016

Supongo que muchos de vosotros cuando erais niños también lo hacíais. Entre otras muchas gamberradas de niño, una de mis favoritas era descolgar el teléfono, marcar un número aleatorio y hacer rabiar al que había al otro lado. A veces inventándome una tontería, a veces simplemente con el silencio. Mis vecinos y yo nos íbamos turnando y cambiábamos estrategia. Pero siempre había una cosa común, si la persona al otro lado rabiaba repetíamos número de teléfono, a veces incluso de forma inmediata. Si veíamos que no se enfadaba y/o nos seguía la corriente, ese número de teléfono ya no lo repetíamos.

Años más tarde, ya de adolescente, en casa fuimos víctima de la misma broma. Un familiar mío cogió el teléfono y estalló. ¿Resultado? volvieron a llamar, volvió a cogerlo el mismo familiar y les dijo de todo. Así varias veces, hasta que me acordé de cuando era pequeño y cogí el teléfono yo. Les seguí la broma y se acabaron las llamadas. No había rabia, no había gracia, no había diversión.

Esto es lo que hoy en día se conoce como Don’t feed the troll. Cuando buscas la provocación ya sea mediante el insulto, la manipulación o las mentiras, la respuesta sólo conduce a la retroalimentación. La provocación ha surtido efecto y la próxima vez se repetirá.

Hace ya bastante tiempo que decidí que no entraría al juego sucio que la maquinaria mediática afín a los culés provoca cada vez que no ganan un derby. Al principio entraba al trapo a todos los foros y discusiones que se me ponían por delante, incluso me divertía, pero ya me cansé de ser cómplice de seguir alimentando a la bestia, de alimentar al troll. Todavía me sigue costando no entrar ante tanta basura y juego sucio que generan, pero no quiero seguir alimentando al troll. Las primeras veces hace gracia ver al troll difamar, pero ya es cansino. Y mientras menos respuesta reciban, menos gracia hará la «broma» y más solos se quedarán.